José López Bulla reflexiona sobre la Huelga virtual de IBM

El antiguo secretario general de la CONC habla n su blog Metiendo Bulla  de la huelga de IBM Italia en Second Lifey de paso nos regala unas reflexiones de lo más jugosas sobre elsindicalismo confederal y los nuevos medios y espacios en los que sedesenvuelve.

El sindicalismo confederal ha dado un paso adelante de granimportancia con relación a cómo ejercer el conflicto social en elcentro de trabajo innovado: es el caso de la ya famosa 'huelga virtual'en la multinacional IBM que, aunque ha tenido amplia repercusiónmediática, apenas si ha concitado –al menos hasta la presente que yosepa– reflexión alguna.

Aunque bien podría ser que algunossindicalistas estén ya pensando en ello, y sociólogos (como, porejemplo, Ramón Alos y Carlos Obeso) lo tengan presente para inmediatasreflexiones. Me consta, de todas formas, que juristas como AntonioBaylos lo está consultando con la almohada.

Un amable Miquel Lóriz, que vivió personalmente los acontecimientos, nos detalla las peripecias de esta movilización.

'Seconstituyó un centro de reunión en el que entraba la gente que queríaparticipar en la protesta. Allí se les facilitaba (a sus avatares, quees como se llama a los personajes en Second Life) un "Kit de Huelga"(camiseta y pancartas a elegir entre inglés, italiano y español) ydespués se les dirigía a los diferentes centros de IBM en Second Life,donde varios miembros del equipo organizativo les esperaban paracoordinar las acciones.'

'Se animaba a la gente a mostrar laspancartas y manifestarse frente a esos centros de IBM, a visitar otroscentros y finalmente a firmar una carta al CEO de IBM Italia (el que hadimitido). La anécdota fue que en un centro se produjo la protestamientras se desarrollaba una reunión de trabajo de ejecutivos de nivelmedio de IBM, que fue temporalmente interrumpida por los huelguistas. '

'Losorganizadores habíamos tenido reuniones previas y contábamos con unaserie de herramientas virtuales con instrucciones y utilidades para"teletransportarse" a otros centros de IBM. En el centro de informacióntambién había folletos y un vídeo explicativos. Calcularon en torno aunas 1800 participantes entre las 10 de la mañana y las 10 de la noche.'

'Eléxito más grande, probablemente, fue la repercusión mediática en 30países. Aquí nos llamaron varios periódicos, radios y hasta unatelevisión (que tenía el problema de cómo grabar los hechos). Huboerrores en la convocatoria, sobre todo la incertidumbre en la fecha dela convocatoria que hizo que los medios perdiesen interés poco a poco,la inexperiencia. También aquí hay que añadir la dificultad deconcentrar tanta gente en SEcond Life (la comunicación es por chat y,por tanto, tiende a ser caótica) pero en definitiva parece que no hasalido del todo mal. No se presenta presenta como un gran triunfo poraquello de la piel de oso, pero al menos se han vuelto a sentar en lamesa. También es bueno destacar que los sindicatos en IBM Italiallevaban un tiempo convocando acciones en el 'mundo real'' .

Hasta aquí la comunicación de Miquel Lóriz. Y sigo…

En un principio –hace no tantos años– existía una considerable perplejidadante la interferencia que suponía la innovación tecnológica para elejercicio de la huelga y otras expresiones de conflicto. Noquiero señalar a nadie, pero es el hecho que la abrupta innovaciónpilló a más de uno un tanto descuidado y el recurso fue la silicona. Nopormenorizo más porque no quiero darle cuatro cuartos al pregonero.Este comportamiento de luddismo light era la expresión de, ya digo, laperplejidad y la querencia al recurso fácil. Más todavía, lasiliconitis creó una especie de rutina que, además, impedía repensar lamanera de ejercer el conflicto social en las nuevas condiciones. Unarutina que, durante algún tiempo, acabó siendo un idiotismo de oficio.Que, ciertamente, se caracterizaba por ser un mecanismo ademocrático yque, además, se diferenciaba del `piquete de huelga´ en que nodialogaba, no explicaba al personal los motivos de la convocatoria dehuelga y la necesidad de seguirla, como era la función del `piquete´.

Entodo caso, el problema estaba en el considerable retraso delsindicalismo confederal que seguía planteando las cosas de la mismamanera que lo hacía en los tiempos de la hegemonía de Doña Cadena deMontaje, una dama ya casi en puertas de fenecer. En todo caso, algunossectores sindicales llevan tiempo dándole vueltas a la cabeza. Porejemplo Comfía-CC.OO. que organizó un seminario sobre la innovacióntecnológica y, en su último congreso (celebrado en Canarias) empezó aponerse muy al día. La sentencia que ganó, conocida popularmente, comola de los ciberderechos le significó una victoria redonda. Y es que lascosas empiezan a tener otro cariz…

Digo que las cosas empiezan a tener otro cariz cuandoel sindicalismo cae en la cuenta de que es posible convertir lainterferencia en nueva posibilidad de ejercer el derecho de huelga conel sostén logístico de la nueva y novísima tecnología. Es, comodecimos, el conflicto virtual que los trabajadores de IBM han llevadorecientemente a cabo y, felizmente, ha acabado con una rotunda victoriadel sindicalismo.

Por lo demás, tanto la innovacióntecnológica como esta notable experiencia de los trabajadores de IBMresitúan la necesidad de que el sindicalismose interrogue sobre algo previo al ejercicio del conflicto social, estoes, qué nuevas formas de representación son las más idóneas dada lagran transformación del puesto de trabajo y del centro de trabajoinnovados. Naturalmente la experiencia de IBM indica que ha sidola representación tradicional del sindicato quien ha convocado ygestionado (tan brillante y exitosamente) el conflicto. Peroobjetivamente esa representación tradicional (el comité de empresa, talcomo lo conocemos hoy y también el sindicato en la empresa, tal como loconocemos hoy) han actuado fugazmente como si fuera una nueva forma derepresentación en IBM. Pues bien, posiblemente se trataría de convertirlo fugaz en permanente, estable. En resumidas cuentas, si la morfologíadel conflicto social se ha adecuado, expresando su alteridad, al hechotecnológico, parece razonable (o, por mejor decir, coherente) que laforma actual de la representación sindical haga lo propio. Algo de esodijimos en noviembre de 1997. Ahora, esa parte del documento –lareferida al conflicto social– la reproducimos, tal cual, en la notaque viene a continuación. En esto debo decir que algunos madrugamos.

(1) EL CONFLICTO SOCIAL (Escrito en noviembre de 1997)

Locierto es que el sindicalismo confederal –salvo honrosísimas y muypocas excepciones– se encuentra desubicado en relación al ejerciciodel conflicto social. Las gigantescas transformaciones tecnológicas hanvariado profundamente el centro de trabajo; sin embargo, se siguepracticando el conflicto de la misma manera y con la misma forma queantes de dichas mutaciones tecnológicas. Por ejemplo, se utiliza laasamblea como si en el centro de trabajo la gente tuviera el mismoapelotonamiento de personas que la fábrica fordista, por poner unaexpresión gráfica. Si las nuevas tecnologías producen interferencias alconflicto social, éste se ejerce de la misma manera que cuando aquéllasno existían; sin embargo, no se investiga ni se aprovecha lapotencialidad real que las nuevas tecnologías ofrecen para el ejerciciodel conflicto. Así pues, se mantiene la centralidad de la asambleafordista como una especie de mito con la misma inadecuación que pudieratener un científico que basara sus investigaciones sólo en los cálculosque le proporciona el método de la regla de tres compuesta.

Siel sindicalismo confederal mantiene su actual desubicación en relaciónal conflicto –es decir, si desdeña las interferencias en su contra yno abunda en las potencialidades reales que existen– iráempequeñeciendo su personalidad; posteriormente, incluso sin desearlo,se iría transformando en un agente técnico, y no sería ya un sujeto quedesde su alteridad pudiera transformar la condición de trabajo.

Entodo caso, nosotros no concebimos el conflicto social como algoautónomo o independiente de las propuestas del sindicalismo confederal.Esto quiere decir fundamentalmente que el conflicto se ejerce enrelación a un proyecto reivindicativo concreto en un momentodeterminado. Así las cosas, lo que cuenta –por este orden y no porotro– es 1) la cualidad de las reivindicaciones, y 2) la forma quetiene el conflicto; a nuestro entender, ambas cuestiones soninseparables para y en el ejercicio del conflicto. Un proyectoreivindicativo concreto que no se refiera a cómo es exactamente laorganización del trabajo en cuestión –las condiciones para el trabajoy las condiciones de trabajo más útiles para el conjunto asalariado–siempre expresará utilidades limitadas; a la larga (no muy larga,pensamos nosotros) irá perdiendo todo su sentido. Y, de la misma forma,un proyecto reivindicativo concreto que no se sustentara en una formaconveniente del ejercicio del conflicto, tampoco sería eficaz.

Espreciso que el sindicalismo confederal elabore una nueva praxis para elejercicio del conflicto, muy en especial en aquellos sectores que,dadas las innovaciones tecnológicas, tienen una relación diversa entre"la máquina" y "la persona". Históricamente el ejercicio del conflictose ha caracterizado por un acontecimiento rotundo: si la persona dejabade trabajar, la máquina se paralizaba por lo general; este detalle erael que provocaba la realización de la huelga. Hoy, en no pocossectores, la ausencia de vínculo puntual entre el hombre y la máquina(esto es, que la persona deje de trabajar) no indica que la máquina separalice. Más aún, gran parte de los conflictos se distinguen porquelas personas hacen huelga (dejan de trabajar), pero las máquinas siguensu plena actividad. Podemos decir, pues, que la disidencia querepresenta el ejercicio del conflicto no tiene ya, en determinadosescenarios, las mismas consecuencias que un antaño de no hace tantotiempo. Esto es algo nuevo sobre el que, a nuestro juicio, vale la penadarle muchas vueltas a la cabeza. Parece lógico, pues, que el sujetosocial se oriente en una dirección práctica de cómo exhibir ladisidencia, promoviendo el mayor nivel de visibilidad del conflicto. Enotras palabras, la visibilidad del conflicto tendría como objetivosacar la disidencia del espacio de la privacidad para hacerlavisiblemente pública.

En suma, para una nueva praxis del conflicto, apuntamos los siguientes temas de reflexión:

1) el carácter y la prioridad de las reivindicaciones, tanto generales como aquéllas de las diversidades;

2) la utilización de la codeterminación;

3) los mecanismos de autocomposición del conflicto;

4) la utilización de las posibilidades reales que ofrecen las nuevas tecnologías para el ejercicio del conflicto;

5) nuevas formas de exhibición de la disidencia, dándole la mayor carga de visibilidad en cada momento.

Aunquela movilización de los internautas no tenga el carácter de un conflicto"de clase", vale la pena echarle un vistazo a sus características másllamativas; de esta manera veremos –como decíamos más arriba– hastaqué punto las innovaciones tecnológicas proponen nuevas posibilidadespara el ejercicio de la protesta y la disidencia. De este conflictopodemos hablar, ya que nosotros hemos mantenido, a través de internet,un diálogo con el centro promotor de la huelga. Los motivos de estaacción no son otros que el rechazo de los internautas del espectacularincremento de las tarifas telefónicas. A continuación surge el grupocoordinador, llamado Plataforma-la huelga (dice contar con 10.000usuarios). Este colectivo establece una política de alianzas con grupostales como Plataforma por la tarifa plana, Proyecto Serviline,Organización de consumidores y amas de casa, Asociación detransportistas y otras. Se convoca "la huelga" de usuarios internautasy se concretan en un plan de acción a realizar durante el mes desetiembre. Vale la pena explicar que todo ello ha estado presidido poruna serie de hechos participativos a través de las chats, es decir, las"tertulias cibernéticas". Como puede verse, estamos ante un conflictoque se mueve, en unos casos, alrededor de las más tradicionalesconvenciones y, en otros casos, con nuevas formas en el ejercicio de laacción.

De un lado, existen unos motivos para la protesta queson aprehendidos por un grupo dirigente, situado en una sede; estegrupo estimula una política de alianzas que desde su "local" lanza laconvocatoria y fija el plan de acción, concretado en una serie deprotestas, acordadas después de un debate participativo. Todo ello enel más puro convencionalismo tradicional de la teoría y práctica delconflicto; por ejemplo, el plan de acción invoca a los receptores delos mensajes "la necesidad de difundir las medidas tanto como podáisentre todos los sectores en internet y fuera" que parece recordar elviejo recado del movimiento obrero "lee y difunde esta octavilla". Porotra parte, este conflicto ha suscitado algo que también nos esfamiliar, a saber: la solidaridad. En efecto, miles de usuarios de, almenos, nueve países se han adherido a este conflicto; conscientes unosy otros de la fuerza de Telefónica, han fundado el Consejo social delas Comunicaciones –un ente que agrupa a organizaciones de usuarios deesos nueve países– para "hacer frente a los abusos de la empresa yexigir un trato justo y equitativo de la prestación del servicio deTelefónica" .

De otro lado, la sede no es otra que Página web:

http//www.lanzadera.com/la huelga, y e-mail:la huelga@ hotmail.com; lascomunicaciones (en jerga tradicional, las octavillas) a los hipotéticoshuelguistas se lanzan a través de esos mundos cibernéticos. Podemosdecir satisfactoriamente que nos encontramos ante una parte de lasfacilidades que posibilita la innovación tecnológica, incluso para laparticipación de los auténticos sujetos conflictuales, que son laspersonas-usuarias. Todo ello abre un camino (cuyas consecuencias no nosson posibles determinar en estos momentos) a una nueva relación entreobjeto del conflicto, el sujeto que lo organiza y los recursos de nuevoestilo. A saber, la innovación tecnológica concreta que desde un"centro invisible" (en este caso, un web) se puede organizar y convocarun determinado conflicto. Por otra parte, el web –que es, a la vez,sede y octavilla– contiene una velocidad comunicativa, desde sufijación hasta la recepción, como jamás en la historia de losconflictos haya tenido convocatoria alguna; de igual modo, estosrecursos de nuevo estilo permiten inter-conectar (esto es, conectarentre-si) a los que se encuentran físicamente separados en distanciaslejanísimas. Es decir, estos nuevos recursos informan y agrupaninstantáneamente a miles de personas que están separadas solamente enlo físico; de donde se infiere que el espacio clásico –el espaciofordista, se entiende– ya no es determinante (o no tan determinantecomo antaño) para el ejercicio de determinadas formas de conflictosocial. Entiéndasenos bien, para lo que nos ocupa no es la velocidad dela comunicación el rasgo fundamental sino la capacidad de reunir(conociendo, debatiendo y decidiendo) a los que están dispersos,separados a miles y miles de kilómetros en un mismo momento; que eso sehaga de manera instantánea es cosa que se da por añadidura. De maneraque objeto, sujeto y recursos adquieren una nueva dimensión, no sólotécnica sino también cultural. Lo insólito de dicha relación es que yano afecta a las personas que son abarcables con la vista –como lo erael ágora griega o la asamblea fordista– sino a miles de personasinabarcables con los ojos, dadas las distancias entre todos ellas. Ytodavía más: de la misma manera que la asamblea fordista se realizabaen el lugar natural de una superficie concreta, la asambleainterconectada de los internautas también se ha desarrollado en unlugar natural, mejor dicho: en muchísimos lugares naturales. Podemosdecir, en consecuencia, que se ha establecido un vínculo diverso entreespacio (el lugar físico donde está cada internauta) y el tiempoinstantáneo (en el que se establece la colectiva intercomunicación).

Esteconflicto de los internautas (al igual que otras experiencias) proponeuna nueva relación entre tecnología y conflicto social que debe serestudiada por el sindicalismo confederal en cuyo seno existen ya unasprácticas muy minoritarias. Nosotros pensamos que sería erróneointerpretar esta fenomenología con viejas categorías o, peor aún,confrontarla con los modelos tradicionales dejándose guiar sólo por lanostalgia de una época en la que parecía posible una comunicación másrica y humana, que siendo ejercitada como si estuviésemos en eltradicional fordismo, ya no concita la agrupación física de laspersonas en la asamblea en la que hemos crecido y desarrollado

Paranosotros está meridianamente claro que estos hechos participativosconservan la misma esencia que los de la tradicional asamblea, aunquecambie el aspecto formal del estar juntas, físicamente, las personas.En otras palabras, se mantiene el conocimiento, el debate y la decisióncolectivos y, formalmente, se les re-agrupa de otra manera. Es, sinningún género de dudas, una alternativa a la objetiva dispersión físicade las personas que provoca la utilización de las nuevas tecnologías.

Eneste conflicto de los internautas podemos sacar otra lectura más. Lacomunicación de todo tipo de mensajes (elaboración de lasreivindicaciones, su razonamiento y la decisión de cómo y cuándo seejercita el conflicto) es directa, esto es, no mediada por ningún tipode sujetos o estructuras intermedias. Se reducen, por tanto, losmatices y distorsiones que se dan en el conflicto tradicional comofruto de la cadena de estructuras intermedias y la subjetividad comocada una de éstas percibe las razones de dicho conflicto. Esta relacióndirectamente intercomunicada redimensiona el carácter del grupodirigente y la particular figura del secretario convencional, cuyopoder no viene ya del número y de la calidad de los secretos que guardasino de su fuerza intelectual y propositiva. Experiencias como éstaindican que no existe la "cadena jerárquica" entre el centro y lasperiferias; al menos en este conflicto se han roto las intermediacionesy la relación de poder basada en el monopolio de la informacióntradicional de arriba-abajo.

Permítasenos una aparente (sóloaparente) digresión. En la lucha contra la Dictadura franquista laparte más organizada del movimiento obrero utilizó un concepto tanllamativo como la utilización a fondo de las posibilidades legales, quetuvo su traducción práctica en lo que todo sindicalista medianamenteinformado conoce. Pues bien, salvando todas las distancias que son alcaso, vale la pena que hoy el sindicalismo confederal ponga en marchala utilización a fondo de las posibilidades tecnológicas para elejercicio del conflicto social; a nuestro entender hay que hacerlo conla misma naturalidad y decisión como cuando el sindicalismo dejó deutilizar la bocina de mano en las asambleas para apropiarse del altavozeléctrico y del inalámbrico; con la misma naturalidad, también, con quemiles de sindicalistas han asumido la cotidianidad del telefonilloportátil.

En resumidas cuentas, no estamos ante el fin delejercicio del conflicto social. Este es un testamento ideológicamentedirigido al movimiento de los trabajadores que está siendo contestadopor unas incipientes formas de realizar la disidencia. El sindicato–que también debe ser un sujeto organizador de los saberes yexperiencias– debe promover nuevas discusiones en torno a todo ello.Un sindicato confederal que debe percibir cuándo determinadas formasdel ejercicio del conflicto –no decimos el conflicto– acaban siendofungibles y devienen inútiles, y por lo tanto deben ser re-emplazadaspor otros mecanismos. Desde luego, la salida gradual del taylorismo quepreconizamos no puede ir acompañada por el ejercicio de un conflictocuyas características siguen siendo del sistema que se quiere superar.O, en otras palabras, el deslizamiento hacia otro paradigma deorganización del trabajo debe ir teniendo su plena correspondencia delmayor número de los elementos que le acompañan: proyecto,reivindicaciones generales y de las diversidades y también las formasde cómo es el sujeto social y de qué manera ostenta su propia alteridad.

Blog de Jose Luis Lopez Bulla

 

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