Respuestas sindicales a la globalización (Andrew Bibby)

A finales de septiembre de este año (2007), 1.800 activistas,
procedentes de treinta países, se manifestaron junto a las
instalaciones de IBM, en solidaridad con los trabajadores italianos de
esta empresa en conflicto con la misma. Fue en cualquier caso un tipo
de protesta bastante poco habitual: tuvo lugar en Second Life, el mundo
virtual poblado actualmente por unos siete millones de suscriptores, y
los manifestantes que vestían camisetas del sindicato eran “avatares”
de este programa de Internet.

Publicado en Revista del Trabajo de la OIT

Resulta fácil presentar la visión de que, mientras que el capital es
global, el trabajo sigue siendo local, de que, mientras que las
empresas han encontrado el marco pertinente para operar de manera
eficaz a escala transnacional, los sindicatos permanecen anclados en
una visión del mundo basada en el estado-nación. La protesta contra IBM
en Second Life (en este caso, coordinado por la Federación Sindical
Mundial UNI) puede, o no, prefigurar vías futuras para emprender
acciones sindicales, pero, al menos, sí sugiere que los sindicatos
encuentran nuevas e interesantes maneras para tratar de responder de
forma creativa a los retos de la globalización.

Indudablemente, la adaptación de los sindicatos a una economía
mundial globalizada no está exenta de problemas, y la mejor manera de
describirla sigue siendo la alusión a "un proceso en curso". En
cualquier caso, como se refiere claramente en una nueva e importante
colección de ensayos, tienen lugar ciertos avances significativos,
tanto en lo que atañe a la teoría, como a la práctica.

En el libro, Trade union responses to globalization (Nota 1)
(Respuestas sindicales a la globalización), se recoge en un solo texto
parte del trabajo de la Red mundial de investigadores sindicales
(GURN), creada en 2004 con el fin de animar a investigadores y
sindicalistas a examinar las respuestas del movimiento sindical a la
evolución actual de la economía en el mundo. El libro está editado por
Verena Schmidt, de la Oficina de Actividades para los Trabajadores de
la OIT, que detecta tres hilos comunes en esta obra: “En primer lugar,
la necesidad de ampliar agenda sindical; en segundo lugar, el papel de
la creación de redes y alianzas; y en tercer lugar, el papel de la OIT
y las normas del trabajo en la consecución de una globalización justa".

Obviamente, no hay nada especialmente nuevo en lo que respecta al
comercio mundial, una cuestión a la que se alude en un ensayo incluido
en el libro acerca de la industria del plátano en Colombia, en el que
se destaca que un reducido número de gigantes mundiales lleva un siglo
o más dominando la explotación de este producto. De todos modos,
históricamente, las alianzas sociales y la negociación colectiva se han
organizado, casi sin excepción, en el interior de las fronteras
estatales nacionales. Puede que esto esté comenzando a cambiar. Sin
ninguna duda, la familia de instituciones sindicales mundiales, entre
las que figuran la Confederación Sindical Internacional (CSI), el
Comité Consultivo Sindical (TUAC) de la OCDE, y en especial, las diez
Federaciones Sindicales Mundiales (FSM), asumen un nuevo papel de gran
importancia.

Las FSM han asumido el liderazgo en la negociación de un número
creciente de convenios marco internacionales con empresas
multinacionales, en lo que constituye un modelo para trasladar los
convenios colectivos regulados a la escala mundial que ha sido adoptado
ya en más de treinta casos. Como señala Marion Hellmann del sindicato
Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera (ICM), los
convenios marco internacionales ofrecen una vía para ir más allá de los
códigos de conducta voluntarios de las empresas que, en su opinión,
pueden representar, simplemente, un truco de marketing. “Los convenios
marco internacionales constituyen un reconocimiento formal de la
asociación social a escala mundial”, afirma, subrayando que se trata de
instrumentos cualitativamente diferentes de los códigos voluntarios.
“Las empresas multinacionales que suscriben tales convenios se
comprometen a respetar los derechos de los trabajadores, de conformidad
con los convenios esenciales de la OIT", añade.

Hellmann describe con detalle un convenio marco concreto, suscrito
en 1998 entre la ICM y la multinacional sueca del mueble IKEA, que,
gracias al compromiso de ambos interlocutores sociales, ha contribuido
a elevar los estándares laborales en países tan diversos como Polonia,
Malasia y China. En cualquier caso, Hellmann destaca algunos de los
problemas prácticos encontrados para extender el alcance de los
convenios marco, de modo que cubran adecuadamente las redes de
proveedores y subcontratistas de las multinacionales.

Esta última cuestión (de gran relevancia, ya que muchas grandes
empresas externalizan cada vez más diversos aspectos de lo que fueron
en su momento sus funciones básicas) es abordada asimismo por otros
autores que contribuyen al libro. Se aprecian tendencias en curso
claramente contradictorias. Por un lado, la externalización del trabajo
que se realizaba en su momento internamente, puede asociarse a un
empeoramiento de las condiciones de trabajo. En un ensayo en el que se
examina el sector de las TI, tanto en Silicon Valley, California, como
en Bangalore, India, ubicación especializada en este tipo de
tecnologías, Anibel Ferus-Comelo señala que una fuerte competencia
sobre los precios de ordenadores y productos electrónicos está dando
lugar a unas cadenas de subcontratación altamente complejas: “Aunque ha
sido una estrategia corporativa de éxito, tiene consecuencias
perjudiciales para los trabajadores que ocupan los últimos lugares de
la cadena de suministro en diversas regiones del mundo. El trabajo en
el sector de las TI significa con frecuencia tener de un empleo
precario en una estructura ocupacional altamente estratificada con
contratos de escasa duración o a corto plazo", escribe. Otros dos
autores, Esther de Haan y Michael Koen, describen los problemas de
proteger las normas fundamentales del trabajo en otra industria
externalizada, concretamente el sector de la confección en el sur y el
este de África.

Por otro lado, la naturaleza cada vez más vinculada de las cadenas
mundiales de generación de valor, en las que se reúnen productores de
materias primas, fabricantes, intermediarios y minoristas de productos
finales, puede percibirse como generadora de nuevas oportunidades para
la exportación de condiciones laborales adecuadas a empresas y
contratistas que operan en los “eslabones” primeros de dicha cadena.
Lee Pegler y Peter Knorringa, en un ensayo acerca de las implicaciones
para los sindicatos del análisis de las cadenas mundiales de generación
de valor, consideran entre otros aspectos si las empresas que
participan en dichas cadenas han mejorado o no sus condiciones de
empleo (aunque los datos probatorios que revelan estos autores son,
como mucho, poco concluyentes). En cualquier caso, puede considerarse
que las multinacionales actúan como una especie de mecanismo de
transmisión, que transfiere prácticas de las relaciones laborales de
sus países de origen a los proveedores y los contratistas de otras
regiones, y ésta es un área a la que los sindicatos les convendría
prestar una mayor atención. En palabras de Verena Schmidt, "el concepto
de las cadenas de generación de valor brinda ciertas oportunidades en
el ámbito del trabajo… Organizarse con arreglo a cadenas de
suministro podría constituir una vía para orientar esfuerzos e ir más
allá de los vigentes convenios de cooperación norte-sur".

Se argumenta que un problema fundamental para los sindicatos al
organizarse obedece a la naturaleza voluble de las empresas
multinacionales, preparadas para reubicarse, aparentemente, a voluntad
en nuevos destinos que ofrezcan menores costes, o mayores subvenciones
de la Administración. Por ejemplo, al parecer, la industria de la
confección en el sur de África ha padecido en los últimos años a causa
de la retirada de los inversores asiáticos, debida a la modificación de
las normas sobre cuotas de exportación. El sector de la confección en
Bulgaria se enfrenta también a graves dificultades de organización.
Nadejda Daskalova y Lyuben Tomev describen los esfuerzos dedicados por
la Confederación de Sindicatos Independientes de Bulgaria para proteger
los derechos fundamentales en el trabajo. “En varias empresas textiles
propiedad de inversores extranjeros reubicadas en Bulgaria desde países
vecinos, la práctica generalizada consiste en trabajar de 14 a 16 horas
al día a cambio de una retribución mínima, lo que supone una infracción
grave de la legislación social y laboral", señalan.

No es sólo el capital el que puede moverse libremente: en un mundo
cada vez más globalizado, la mano de obra, también. La ONU señaló
recientemente que la cifra mundial de migrantes asciende a 191
millones, en su mayoría trabajadores y personas a cargo de éstos. Como
es bien sabido, los trabajadores migrantes se exponen especialmente al
riesgo de padecer condiciones de empleo deficientes y explotación en el
trabajo; en ciertas circunstancias, la presencia de trabajadores
migrantes no sindicatos en la población activa de un país puede ejercer
presiones a la baja sobre las condiciones que disfrutan los
trabajadores nacionales. En dos ensayos particularmente interesantes
incluidos en esta recopilación se hace referencia a las iniciativas
emprendidas por los sindicatos para hacer frente a tales retos.
Ann-Marie Lorde, que ha desempeñado un papel fundamental en un reciente
proyecto sobre la migración de mujeres en el sector sanitario
coordinado por la Internacional de Servicios Públicos, FSM del sector
público, analiza las oportunidades de un planteamiento sindical
combinado respecto a la migración intrarregional en la región del
Caribe a través de la labor de los Sindicatos del Sector Público del
Caribe (CPSU). Jane Hardy y Nick Clark informan de la labor emprendida
en el Reino Unido y Polonia para sindicar al elevadísimo número de
trabajadores migrantes polacos (en su mayoría, jóvenes) que se han
desplazado recientemente a Gran Bretaña. Entre las iniciativas figuran
el envío en misión de servicio de un trabajador de la federación
sindical polaca Solidaridad al British Trade Union Congress, con el fin
de colaborar en la afiliación de los migrantes polacos en los
sindicatos británicos. Los autores refieren asimismo los esfuerzos
complementarios dedicados por los sindicatos polacos para informar a
los futuros migrantes polacos sobre sus derechos en el extranjero.
Aunque colaboraciones de esta índole se encuentran en una etapa
inicial, la experiencia hasta la fecha ha sido claramente positiva. “La
posibilidad de un reconocimiento mutuo de tarjetas sindicales podría
elevar el atractivo de la sindicación para una mano de obra móvil”,
sugieren los autores.

Si la necesidad de una mayor colaboración transnacional por parte de
los sindicatos es un mensaje de esta obra, otro tema recurrente es la
conveniencia de que los sindicatos amplíen su ámbito de actuación para
establecer alianzas con otras organizaciones, y en especial con ONGs.
Como señalan Mary Margaret Fonow y Suzanne Franzway, “ha habido una
proliferación de espacios políticos en los que los intereses de los
trabajadores se solapan con otros movimientos y con organizaciones
dedicadas a la defensa de diversas causas a las que concierne el
desarrollo y los derechos laborales”. La perspectiva de estas autoras
es feminista, y perciben una fuerte necesidad de que los sindicatos
aborden la globalización mediante el desarrollo de estructuras y vías
de actuación que capaciten a las trabajadoras y a las mujeres
sindicadas: “Aquéllos a los que atañe la renovación del movimiento
sindical deben tener en cuenta el modo fundamental en que el género
estructura la globalización neoliberal, los mercados de trabajo y los
convenios de libre comercio. Abogamos por un análisis de género porque
la política que atañe a éste está íntimamente relacionada con los
sindicatos, la globalización y los esfuerzos por poner en cuestión la
agenda neoliberal”, mantienen.

El valor de la forja de alianzas por parte de los sindicatos con
otras organizaciones constituye una propuesta inequívoca formulada en
esta obra. Otro mensaje en el que inciden casi todos los autores es la
relevancia de la OIT y de las normas del trabajo para la consecución de
una forma de globalización basada en la justicia y la equidad. Como
señala Verena Schmidt, el papel asumido por la OIT en este sentido
puede observarse ya en sus principios constitutivos de 1919, e
indudablemente en su llamamiento en 1944 para evitar que la mano de
obra sea tratada como una mercancía. Las normas internacionales del
trabajo constituirán una importante herramienta de campaña, propone
Schmidt, para mejorar las condiciones de trabajo en una economía
mundial que se globaliza.

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Nota 1Trade union responses to globalization: A review by the Global Union Research Network, editado por Verena Schmidt. OIT y GURN, Ginebra, 2007.

 

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