Te están siguiendo. Control y vigilancia electrónicos en el lugar de trabajo. Andrew Bibby

Marta trabajaba en una gran multinacional de seguros. O, por lo menos, su trabajo comprendía procesar indemnizaciones de seguros para ella. La propia empresa había externalizado este aspecto de su servicio de gestión hacía dos años a una empresa especializada que recurría a personal de agencia: para ser precisos, el verdadero empleador de Marta era una agencia de empleo. Marta llevaba  casi un año trabajando para la agencia, uno de los varios empleos que había tenido desde dejar el colegio a los 18 años. Su lugar de trabajo era un edificio de oficinas en un parque industrial anodino. Cada día mostraba su pase en la recepción y subía a su escritorio. Oficialmente formaba parte de un equipo, pero las personas de los escritorios circundantes cambiaban regularmente. De todas maneras no necesitaba tratar con ellas. Los documentos de solicitud de indemnización nuevos le llegaban automáticamente en el ordenador, su trabajo consistía en procesarlos. Se suponía que en promedio tenía que consagrar 6 minutos y 42 segundos a cada uno de ellos para terminarlos. El ordenador sabía exactamente si cumplía con el objetivo y si no era así al final de la semana su director de equipo hablaba con ella.  
 
Era un trabajo monótono, pero por lo menos era un empleo: con el primer hijo en camino necesitaba el sueldo. Los primeros meses del embarazo habían sido difíciles, pero se las había arreglado para trabajar todos los días, aunque tenía que hacer más pausas. Estaba haciendo todo lo posible, pensaba.
 
Pero la empresa no estaba de acuerdo. Era viernes por la tarde cuando la llamaron a la oficina de uno de los directores. El director tenía ante sí un montón de hojas impresas. “Tenemos que prescindir de sus servicios”, dijo. “He estado controlando los recesos que ha estado tomando. Mire, cuatro en una mañana la semana pasada. Es demasiado”   
 
En una de las hojas figuraba un desglose detallado de lo que había hecho en las últimas semanas, incluso cada vez que se había ausentado del escritorio. Marta estaba atónita. “No sabía que se me controlaba así”, dijo por último. El director la miró “¿Ah no?”, dijo. Sabemos dónde está cada uno en el edificio en todo momento. Su identificación tiene un dispositivo radio. Por cierto, mejor déjela aquí. Ya no va a necesitarla."

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